La imagen se viralizó y, en poco tiempo, Roberto Ríos recibió la ayuda de un extraño, que le permitió ingresar a la facultad de arquitectura.
Sabemos que no todos en el mundo podrán alcanzar sus sueños. Desafortunadamente, la mayoría de ellos no podrán sentir esa sensación de logro o realización personal después de ese gran logro. Esto no se debe a que unos sean más difíciles que otros, sino a que tenemos una sociedad llena de desigualdades.
En muchos momentos, las personas necesitarán apoyo, necesitarán una mano que les extienda y les permita caminar unos pasos, sin el peso de la soledad y la pobreza. Vivimos en sociedad, trabajamos con otras personas, convivimos entre nosotros, es natural que necesitemos ayuda para alcanzar los sueños y asegurar que los planes se cumplan.
Pero no todas las personas reciben esta ayuda, muchas están solas y todavía se les acusa de ser perezosas o no esforzarse lo suficiente. No todos los esfuerzos del mundo pueden garantizar posiciones privilegiadas para quienes nacieron pobres.
Pero, a veces, podemos ver la bondad de algunos que, incluso desde lejos, insisten en criar a sus semejantes.
Hace casi siete años, el asistente de albañil Roberto Ríos fue visto estudiando durante una pausa en las obras de construcción en Ciudad del Este, Paraguay. El niño sostenía un libro de historia y se estaba preparando para los exámenes finales. Su imagen, según el diario Ultima Hora, se ha extendido por internet.
A los 20 años, Roberto estaba en el último año de la escuela secundaria en el Colégio Bernardino Caballero, y estaba garantizando que se graduaría, incluso trabajando duro, como ayudante de albañil. Tenía el sueño de ingresar a la escuela de arquitectura local.
Roberto dice que su vida cambió desde ese 30 de octubre de 2014, cuando su imagen se volvió viral en las redes sociales.
La cantidad de mensajes que recibió se convirtió en combustible para aumentar su fuerza de voluntad, pero una ayuda inesperada fue la que garantizó las posibilidades del joven.
El benefactor le preguntó si realmente quería estudiar y cuando Roberto dijo que sí, el hombre dijo que pagaría la matrícula universitaria.
El joven dice estar muy conmovido por este momento, porque fue con esta ayuda que logró tomar vuelos más altos.
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Pocos meses después, Roberto ingresó a la universidad y estudió muy duro, hasta obtener el título de arquitecto. Aun recibiendo la ayuda de Christian, el niño revela que nunca dejó de trabajar en el área de la construcción, y que fue con la arquitecta Blanca Miranda que logró aprender muchas cosas que podrían ayudarlo con sus estudios.
Hoy el joven ya ha logrado abrir su propio negocio y emplea a otros jóvenes de su región, además de tener otros seis proyectos en marcha y las ganas de crecer y evolucionar más en la profesión.
Roberto explica que es el menor de seis hermanos y que fue el único que logró ingresar a la universidad. Hace un llamamiento a los jóvenes: a encontrar la manera de seguir adelante, estableciendo metas de hacia dónde quieren ir en la vida.